5 d’oct. 2008

La crónica de una noche sin dormir

Cual aprendiz de maestro en su primer día de oficio, la noche del 20 de septiembre de 2008 la Associació Ecocultural de les serres del Maigmó i del Sit inició su andadura como tal con la mejor las formas y la más deseable de las compañías. Unos ochenta fueron los miembros y miembras protagonistas de una noche que, ni las nubes, ni las carencias cerveciles, ni nada, desmerecieron la ocasión.

La Nit Astronòmica, sobra decirlo, no habría sido posible -al menos de esta manera- sin la aportación económica del Foro Jove de la Regidoria de Joventut, ni la ayuda técnica del área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Petrer y del Centro Excursionista Eldense. Pero ni de lejos habría sido realizable sin el trabajo y la motivación de los colegas de la Associació d’Astronomia de la Universitat de València. A todos ellos, gracias.

Pero la Nit Astronómica fue lo que fue gracias a l@s asistentes, cuya alegría y ganas de aprender nos facilitaron más de lo que esperábamos la organización del acto. Aquella noche era difícil distinguir los organizadores de los asistentes porque la colaboración fue mutua.

Con los debidos retrasos, la primera cita se produjo en los jardines de la Explanada, allí nos esperaba Juan, a la sazón chófer de aquel Irizar 54 plazas que casi sin querer se adentró en la noche y las curvas rabosianas. Previamente, el autobús nos trasladaría a Ferrusa donde, una vez acomodados y en silencio, los maestros Francesc, Javi y Manu nos trasmitieron su sabiduría en torno a átomos, partículas, protones, pasando de Aristóteles a Einstein y de agujeros negros a supernovas. Nunca habríamos pensado que unos “aficionados” pudiesen mantener la atención de ochenta niños, no tan niños, jóvenes y no tan jóvenes un sábado por la tarde y hasta casi entrada la noche. Claro que a la teoría le acompañó un animado taller de relojes de sol que despertó la vena artística del público presente.

Se hacía de noche y, como decimos en Petré, tocaba pegà un moset. Los bocatas preparados con amor por nuestra “teta” Angelita hicieron las delicias de los allí congregados. A pesar de algunos asistentes y muy a pesar nuestro nos era imposible dispensar cerveza en horario infantil (burocracia), así que había que dejar el hábito para otra ocasión.

Con el estómago lleno llegaba el momento cumbre de la noche y, tal y como la Agencia Estatal de Meteorología nos había advertido a lo largo de la semana, íbamos a tener la compañía de las nubes. Pero no había marcha atrás. En Rabosa se montaron varios telescopios, entre ellos Naranjito, que mientras la climatología lo permitió nos enseñaron tres de las lunes de Júpiter y alguna curiosa alineación estelar que consiguió burlar las susomentadas nubes. A falta de estrellas, un café caliente nos ayudó a templar ánimos y a conversar en la oscuridad de la noche hasta que de manera consensuada decidimos volver a la urbanidad, no sin antes invitar a los asistentes a continuar la noche en Ferrusa viendo, aunque fuese virtualmente, algunas de las constelaciones que no vimos a ni ojo desnudo ni en visión profunda.

A eso de las 00:30 nos despedimos del 80% de los asistentes y una minoría dispuesta decidimos alargar la noche hasta altas horas de la madrugada. De vuelta a Ferrusa, los astrónomos en íntima colaboración con Mas, el observador de astros por antonomasia de Petrer, nos adiestraron un poco más en lo que a estrellas y constelaciones se refiere. Las nuevas tecnologías (bueno, ya no tanto) nos reprodujeron en el interior del albergue el universo y, para mal o para bien, más de uno tuvo alguna revelación.

Como si compadeciéndose de nosotros el cielo poco a poco fue abriendo y hasta una luna menguante se animó a salir. No podíamos desperdiciar la oportunidad y los telescopios entraban otra vez en acción. Ahora sí, las Pléyades, Orión y los cráteres de la luna no se nos iban a escapar, sino que se lo digan a Juliol, fotógrafo oficial de la asociación, que poco más y desgasta la luna a base de instantáneas desenfocadas.

El apogeo se estaba produciendo a altas horas de la madrugada y lamentamos que la gente de bien nos hubiese abandonado tan pronto. La luna nos alumbró hasta eso de las 4 de la mañana cuando ya no quedaba más remedio que irse a la cama.

La noche fue corta pero musicada, ya que los astrónomos y físicos, además de eso, son excelentes solistas del difícil arte del ronquido. No se sabe como, pero igual que el dream team en sus mejores tiempos, esa congregación de especialistas en serrar troncos y contar zetas se pusieron de acuerdo y compusieron la banda sonora de una noche inolvidable.

A las 9 todo el mundo en pie ya que Juanqui, posiblemente el mejor anfitrión de Petrer, nos había de agasajar con tortas de Agost, esas que llevan una sardina o una butifarra en medio, y que con un buen vino se convierte en un almuerzo casi patrimonio de la UNESCO.

Pues allí, a mediodía en el Ginebre, la noche del 20 de septiembre llegaba a su fin y cada uno a su casa. Y pese a todo, siempre nos quedará Joselito

2 comentaris:

Anònim ha dit...

Genial relato del trascurso de esta genial sesión de astronomía en inmejorable compañía. Y sí, lo reconozco: llegué a sudar hasta conseguir una sesión de fotos aceptable. Por cierto chicos de la eco-cultural pasaros por http://unblogparajosema.blogspot.com/2008/10/meme-post.html que tengo un "encargo para vosotros".

Associació Ecocultural de les Serres del Maigmó i del Sit ha dit...

a ti lo que te faltó fue la sesión de ronquidos y otros menesteres de madrugada...y ya sabes que para el tema de encargos estamos abiertos a sugerencias, pero al tiempo.
Por lo pronto se prepara un socarrat con las fantas de limón y cocacolas que sobreron, el acompañamiento va de parte de la associacio...y, por supuesto, habra gatxamiga y fasegures